Vivencias

~ JUVENTUD DIVINO TESORO ~

El pasado mes de noviembre tuve la fortuna de poder asistir a la cena de Hermandad que nuestra Cofradía organizó en beneficio de la compra de candelería nueva para el trono de Virgen, fue una velada genial, abierta, donde no había extraños, solo hermanos.

Hubo por mi parte una apreciación que quiero hacer destacar en este boletín, algo que me inundó y me llenó de alegría, y fue constatar la fuerza con que la Juventud Cofrade de nuestra Hermandad está actuando. Y no me refiero solo a las actividades que a lo largo del año realizan, que son muchas y variadas, sino al espíritu de alegría, ganas de trabajar, ilusión y fuerza, elementos todos ellos que nos hacen augurar un futuro de vida a largo plazo de nuestra Hermandad. Este es nuestro verdadero tesoro, al que debemos cuidar con celo pues no en vano son el futuro, la continuidad de esa ilusión que a finales de los años 40 un grupo de rondeños hizo realidad. Es vital que sigan participando y formando parte importante para dotar a la Hermandad de fuerza e ilusión, y eso, a fe mía, ha sido logrado por nuestro hermano mayor y su equipo con una apuesta decidida por este sector de la Hermandad.

Ya el Concilio Vaticano II, hace 50 años, proponía la participación de los jóvenes en el devenir de las hermandades y de la sociedad al indicar… “Porque sois vosotros los que vais a recibir la antorcha de vuestros mayores y a vivir en el mundo en el momento de las más gigantescas transformaciones de su historia. Sois vosotros los que, recogiendo lo mejor del ejemplo y de las enseñanzas de vuestros mayores, vais a formar la sociedad del mañana. Confía la Iglesia que encontrareis tal fuerza y tal gozo, que no estaréis tentados, como algunos de vuestros mayores, de ceder a la seducción de las filosofías del egoísmo o del placer, que frente al ateísmo, fenómeno de cansancio y vejez sabréis afirmar vuestra fe en la vida y en lo que da sentido a la vida, la certeza de la existencia de un Dios justo y bueno”.

Nuestra Hermandad esta en ese camino, y yo también, desde estas líneas, quiero animaros a seguir en él, a seguir trabajando y formándoos porque el futuro de nuestra Hermandad es vuestro.

Enhorabuena por lo que lleváis y animo para lo que queda.

Carlos Carretero Rubio.

Horquillero de la Esperanza.

Revista Columna y Esperanza Nº 24 – Año 2016


~ NUNCA TE FALTARÁN FLORES ~

Estamos en Cuaresma. Estos días nos traen reminiscencias de nuestra infancia. Aquellos primeros pasos en nuestra vida cofrade, la primera túnica blanca con bocamangas verdes y capirote alargado: la primera estación de penitencia.

Aquel Martes Santo fue más largo de lo normal, la cofradía salía a las ocho de la tarde y una hora antes, con la túnica recién planchada, mi padre me tomó de la mano y fuimos caminando hasta el convento de Santo Domingo. Cruzamos el Puente Nuevo, bajamos la cuesta empedrada y tras un portalón desvencijado accedimos al interior de la iglesia. Bajo el coro se encontraban los tronos dispuestos para iniciar la procesión: Cristo con las manos entrelazadas y atadas a media columna flagelado por dos sayones sobre un manto de claveles rojos. A su izquierda María Santísima de la Esperanza con vestido blanco y manto verde, con sus mejores galas, en un paso cuajado de claveles y gladiolos blancos. Seis horas y la procesión llego a su fin, pero mereció la pena porque aquél día María Santísima, la Virgen de la Esperanza llegó y se quedó con nosotros, en nuestro barrio, en aquella pequeña capilla, en San Cristóbal.

La capilla era pequeñita, presidia el Altar el Santísimo en un Sagrario plateado en el cual destacaban dos relieves: un pez y una espiga de trigo. A la derecha San Cristóbal el Patrón y en el centro, un crucifijo pendía del techo sujeto por dos cadenas, todo flanqueado por dos grandes macetas de pilistra muy verdes y brillantes.

En el rincón, a la izquierda, una mampara de madera y cristal recortaba lo que era la sacristía y allí vestida de blanco y verde estaba Ella, a veces con alguna vela encendida y en un jarrón de cristal, flores; siempre con flores. Ya fuera de la plaza, de la harinera y de cualquier casa de vecino, pero nunca le faltaban flores.

Con el tiempo se reorganizó la Hermandad, se construyó la nueva iglesia y Nuestra Señora volvió a tener un culto público y digno. Mi madre siguió durante unos años cuidando de la iglesia y llevando flores para el Santísimo y para la Esperanza, nunca le faltaban flores.

Años más tarde volvió la Virgen a su casa, esta vez en forma de cerámica, y ella se las ingenió para colocar un pequeño jarrón de cristal en el balcón en el que nunca faltaban flores.

Hoy ya no está aquí pero en su casa, en la fachada de su casa queda su Virgen de la Esperanza a la que nunca le faltan flores.

Ángel Ruiz Cabrera

Hermano de la Hermandad y Vecino de San Cristóbal

Revista Columna y Esperanza Nº 24 – Año 2016


~ SENTIMIENTO HORQUILLERO ~

«Llévala contigo al cielo, ponle corazón valiente, que sólo tu horquillero, sabes bien lo que se siente al levantarla del suelo»

Doy comienzo a mi artículo haciendo referencia a esta frase que una vez, casualmente, en mi deambular distraído por la capital andaluza, lo encontré impreso en el azulejo de una fachada. Sentimiento profundo manifestado por el propietario de esa casa y del que hace publica protesta.

Ese sentimiento, hermano horquillero, es el que cada Miércoles Santo debemos de asegurarnos de trasladomanifestar, tener los corazones valientes para la misión de la que somos protagonistas, ser los pies de Cristo y María Santísima, ser orgullosos portadores de tan grandiosa verdad, cicerone de la fe, porque una vez más un susurro de primavera nueva nos embargará y volveremos a ser columna, clavel y varal.

Poco nos importa ya que sea Cristo o María de la Esperanza quien camine sueños sobre nuestros hombros porque nuestro andar será brisa de alivio y calma, fragancia de azahar, melodía inusitada, caricia de primavera.

Permitidme pues, que a través de estas lineas os invite a mostrar nuestro orgullo por ser horquilleros de la columna y, que ese orgullo, quede patente en el desfile del próximo Miércoles Santo dando una lección a nuestro pueblo de entrega y amor a nuestros titulares.

Escucha a este humilde horquillero, Esperanza, quien fuera poeta de sueños para decirte al oído allá donde los cielos se esconden en mil versos dorados que Reina como tu, ninguna, luz de San Cristóbal y madre de la Esperanza.

Permíteme decirte con ojos de amor sincero que te quiero más, más, más, anatomía personificada del sentimiento más profundo.

Tiempo es ya de cerrar este artículo, permitidme que a modo de despedida, me haga eco de una oración que en el XXX Pregón del costalero de Sevilla, introdujo en el mismo D. Antonio Bellido Navarro y que dice así: «Qué no daría yo, Padre mío, por estar un instante, un minuto, un segundo, junto a tu triste mirada. Qué no daría yo, Cristo mío, por recostarte un poquito y preguntarte despacito que pena tu corazón atenaza, que serares te cohíben, que sufrimientos te quebrantan, por que te fallamos entonces y por qué seguimos sin darte lo que tu amor implora y calla. ¡Ay Jesús, que no daría yo por ser bálsamo de tu dolorida espalda, por ser alivio de tu desaliento y laudano de tus rodillas cansadas! Quisiera mirarte y hablarte al oído sin versos y sin palabras. Quisiera decirte cuanto te quiero y cuanto quisiera ser Cirineo de tu herida amarga»

Carlos Carretero Rubio.

Horquillero de la Esperanza.